Ellas me rescatan a mí…
Toda mi vida estuve rodeada de animales, desde caballos, conejos, gansos y pues claro muchos perros. Mi padre era quien llegaba con esa mascota que había encontrado y necesitaba hogar. Le doy gracias por enseñarme la nobleza de los animales y cuán importante es darle una segunda oportunidad a esa mascota que había sido desechada por un humano sin corazón. Por casa pasaron varios peludos, pero la que marcó mi vida fue esa Dashchund Mix adoptada en el Humane Society. No borro de mi mente el día que fui decidida a adoptar, luego de dar varias vueltas no había decidido cual llevar a casa. En una de esas vueltas comencé a hablar con una voluntaria que me señala hacia la oficina mostrándome aquella chispa de patas cortas brincándole encima a un perro 5 veces su tamaño. No había break de no enamorarse. Automáticamente llene mi solicitud por que había varios en lista. Me fui a casa con el corazón apretado, debía esperar a que evaluaran hogares, esa fue una tarde y noche larga. Finalmente, la mañana siguiente me llamaron y dijeron que podía llevarme a City a casa.
Luego de ese día nada fue igual, ella se convirtió en lo mejor que me había pasado en mucho tiempo, pero también en dolor de cabeza. Así de amorosa, pero así de intensa y traviesa. Miro atrás y me rio con cada una de sus ocurrencias, desde llegar a mi lado de la nada a darme un beso, para volver a salir corriendo. Como cuando se lanzó del carro en movimiento por que se emocionó al ver otro perro. City era un torbellino de experiencias extremas. Siempre quería poder darle una hermanita con la que ella pudiera dejar libre todas esas energías. Pasaron varios años y finalmente en 2015 llegó Bailey. Ella había sido lanzada de un carro y dejada tirada en una curva oscura en el campo cerca de la residencia de mis padres. En una conversación con mi padre, el me comenta de la perrita negrita que habían lanzado, automáticamente le pregunté si la podía traer a casa. El sin pensarlo me dijo que si y salí corriendo a buscarla. Al llegar a la zona no la podía ver, cuando le pregunto a una vecina del área me dice que la tenía adentro para llevarla al refugio de animales. Le comento que la voy a llevar a mi hogar que por favor la trajera. Desde el instante que ella me vio su rabito comenzó a moverse. Ella sabía que iba a estar segura. Llegamos a casa, le di su baño con agua caliente y buena comida. City estaba tan emocionada, solo quería jugar y darle la bienvenida a su nueva hermana. Bailey aún estaba en su proceso de entender que éramos su nueva familia. Pero no paso mucho tiempo, luego de una semana ya eran inseparables. City le mostraba todos los espacios de la casa y finca. Además, le enseñaba como jugar y emocionarse por cada detalle, desde la comida hasta el juguete nuevo.
No había nada que me llenara de alegría que verlas juntas hacerse compañía y jugar hasta el cansancio. Lamentablemente City nos dejó en el 2016 de una manera tan inesperada que aún no logro comprender. Fueron días, semanas y meses imposibles de sobrellevar. Es una ruptura en el centro del pecho que jamás vuelve a componerse. Pero Dios me había enviado aquella pelotita negra para poder comprender que no estaba sola en el proceso. Ahí estaba junto a mi para ayudarme a sanar como lo había hecho con ella.
Sin Bailey no hubiera podido salir de la cama y comenzar a escribir un nuevo capítulo con ella. Hoy día Bailey cumplió sus 8 años y cada día le doy gracias a Dios por tenerla junto a mí. Ella es pura alegría, inocencia y bondad. Es mi sombra, es la que me sigue enseñando que todos los días podemos seguir sanando. Es la que se emociona con cada detalle y me demuestra que cada mañana tenemos que alegrarnos porque está llena de nuevas oportunidades. Bailey es ese regalito del cielo enviado con el propósito de hacerme entender que cada etapa puede ser mejor que la anterior.
Luego de pensar en como no tenía un buen recuerdo de City, decidí comprar mi primera cámara. Al inicio mis principales modelos eran las peludas de casa, Bailey quien había sido mi apoyo y refugio. También estaba Manchi, la modelo profesional que lo daba todo frente al lente. Luego de años de práctica decidí que las personas necesitan un recuerdo especial y único de sus mascotas. Pensaba en como no tenemos control del tiempo y no sabemos en qué momento puedan partir de manera inesperada.
No hay nada más invaluable que un buen recuerdo al que podamos regresar y así honrar esa compañía y alegría que solo ellos nos brindan.
¡Así surgió TUKAS!
Un espacio donde siento que cumplo mi sueño de poder estar rodeados de esos animales capturando instantes que serán recordados a través del tiempo.
¡Gracias por tu apoyo!
– RUTH